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El uso de los fármacos bisfosfonatos se asocia a un mayor riesgo de fracturas atípicas de cadera, según una tesis leída en la UPNA

El farmacéutico Javier Gorricho aboga por potenciar otras medidas preventivas en lugar de estos medicamentos, para prevenir roturas de dicha articulación en mujeres con osteoporosis

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Este comunicado está disponible en inglés.

"La fractura de cadera es la causa más frecuente de ingreso en el hospital en los servicios de traumatología y ortopedia --comenta Javier Gorricho--. Estas fracturas se asocian con una elevada tasa de mortalidad y de pérdida de calidad de vida, junto a unos importantes costes. Se estima que, en la Unión Europea, durante 2010, se produjeron 620.000 fracturas de cadera y los costes de las fracturas osteoporóticas ascendieron a más de 37.000 millones de euros".

La mayor parte de las fracturas se producen en personas mayores de 65 años y son más frecuentes en mujeres. "En España, la población mayor de 65 años se ha incrementado considerablemente en los últimos años, al pasar de un 14,92% en 1997 a un 16,62% en 2008. Esto aumenta aún más, si cabe, la importancia de este problema de salud", apunta Gorricho, cuya tesis lleva por título "Eficacia de los bisfosfonatos orales en la prevención de las fracturas de cadera en mujeres mayores de 65 años en la práctica clínica habitual".

Según Javier Gorricho, en Navarra, la edad media las mujeres que tienen una fractura de cadera está por encima de los 80 años y con unas tasas de fracturas, entre los mayores de 85 años, superiores a 20 por cada 1.000 habitantes al año.

Ensayos con placebo

Para prevenir las fracturas de cadera en mujeres que padecen osteoporosis con alto riesgo, unos de los principales medicamentos utilizados son los bisfosfonatos orales (alendronato, risedronato e ibandronato). "Estos fármacos han evidenciado, de una manera consistente, que incrementan los niveles de densidad mineral ósea, así como la disminución de las fracturas vertebrales, detectadas en radiografías. Cuando se han realizado ensayos con placebo, en los que una parte de la muestra objeto de estudio no toma ninguna medicación, la reducción en la número de fracturas de cadera es mucho más pequeña", indica Javier Gorricho, cuyo director de tesis ha sido Juan Erviti López, investigador de Navarrabiomed-Fundación Miguel Servet.

En los últimos años, las Agencias del Medicamento europea, estadounidense y española, entre otras, han emitido "varias alertas por la correlación detectada entre el uso de estos fármacos y diversos problemas asociados con la correcta regeneración ósea: la osteonecrosis mandibular y las fracturas atípicas de cadera". "En la última de esas alertas, se pedía a los médicos que, tras cinco años de tratamiento con los fármacos, se reevaluara la pertinencia de seguir o no con el tratamiento farmacológico", señala Gorricho.

Como en el caso de las fracturas atípicas de cadera se habían realizado estudios con poblaciones norteamericanas y escandinavas y no había datos sobre países del sur de Europa, Javier Gorricho centró su tesis doctoral en España.

Utilizó, para ello, la Base de datos para la Investigación Farmacoepidemiológica en Atención Primaria (BIFAP), con 4,8 millones de historias clínicas del Servicio Nacional de Salud de España aportadas por más de 18.000 médicos, lo que supone casi 25 millones de personas al año de seguimiento. "Esta base longitudinal poblacional, que comenzó en 2001, incluye información de las historias clínicas anonimizada, de tal manera que los investigadores no pueden identificar a los pacientes y se mantiene siempre una absoluta confidencialidad de los datos de salud de las personas", explica. Esta base de datos está dirigida y diseñada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para poder realizar este tipo de estudios y cuenta con el apoyo de las comunidades autónomas y las principales sociedades científicas implicadas.

Datos de tres años

El estudio de Gorricho, que contó con una beca del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en 2009, incluyó las fracturas de cadera de las mujeres mayores de 65 años en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2005 y el 31 de diciembre de 2008. Javier Gorricho identificó 2.009 mujeres con fractura de cadera típica y 44 mujeres con fractura atípica, con una edad media de 82 años.

Entre las conclusiones de la tesis, que ha obtenido la calificación de sobresaliente "cum laude", destaca que el uso de bisfosfonatos orales no se asoció con una disminución de las fracturas de cadera en las mujeres con 65 años y sí con un mayor riesgo de fracturas atípicas de cadera (fracturas de subtrocánter y diáfisis). "Este riesgo se incrementa al aumentar el tiempo de exposición a los bisfosfonatos. Cuanto más tiempo había estado en tratamiento, mayor riesgo de fractura atípica", resume Javier Gorricho.

Según Javier Gorricho, este estudio que ha encontrado, por primera vez, la misma correlación entre las fracturas atípicas de cadera y el uso de bisfosfonatos en nuestra población que la hallada en otros países (Estados Unidos y norte de Europa), refuerza las medidas de control tomadas por la Agencia Española del Medicamento con respecto a estos fármacos.

Además, tal como explica Javier Gorricho, la edad media de las fracturas de cadera (82 años) y la falta de correlación entre el uso del fármaco y un beneficio en las fracturas de cadera indican que "es muy importante que se realicen estudios en esta población, la de mayores de 75-80 años, para ver la eficacia de los fármacos, ya que, por ejemplo, en un estudio reciente en Estados Unidos, no se vio ningún beneficio en las fracturas de cadera".

Al mismo tiempo el estudio, a juicio de su autor, refuerza la idea de que es necesario "potenciar otras medidas" para tratar de reducir las fracturas de cadera como son "fomentar estrategias para disminuir las caídas o el mantenimiento de una vida activa para mejorar la densidad y salud ósea". De hecho, Javier Gorricho y su director de tesis, Juan Erviti, han publicado un artículo en "BMJ" ("British Medical Journal"), junto a investigadores escandinavos y canadienses, abogando por este nuevo enfoque.

Breve currículum

Javier Gorricho Mendívil, especialista en Farmacia Hospitalaria y en Microbiología y Parasitología Clínica, se licenció en Farmacia por la Universidad de Navarra en 1992. Actualmente, es jefe del Negociado de Evaluación Estratégica del Servicio de Investigación, Innovación y Formación Sanitaria de la Dirección General de Salud del Gobierno de Navarra.

Además, ha trabajado como especialista en evaluación de medicamentos en la Agencia Española del Medicamento (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad) y como farmacéutico de Atención Primaria en el Servicio de Prestaciones Farmacéuticas del Servicio Navarro de Salud.

Asimismo, Javier Gorricho ha participado como investigador en diferentes proyectos becados tanto por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad como por el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra. Autor de 34 publicaciones en diversas revistas internacionales y nacionales, así como de varios capítulos en diferentes libros, es también revisor externo de varias guías de práctica clínica y ha cosechado cuatro premios en congresos científicos.

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