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Estudios confirman la influencia del país de origen en la confianza en las vacunas contra la COVID-19

Durante la pandemia, por primera vez, se observó una preferencia por vacunas nacionales o provenientes de países como Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Este fenómeno, conocido en marketing como ‘efecto del país de origen’

Peer-Reviewed Publication

Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo

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According to the study, during the COVID-19 pandemic, vaccines were judged by their origin in a phenomenon involving marketing and psychological aspects driven by anti-vaccine activism

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Credit: Fabio Rodrigues Pozzebom/Agência Brasil

Durante la campaña de vacunación contra la COVID-19 en Brasil, cuando varias marcas de inmunizantes estaban disponibles y la vacuna china era la más común, ocurrió un fenómeno inédito. No era raro ver personas cruzando barrios e incluso ciudades en busca de puestos de salud que aplicaran una determinada marca de vacuna. En las redes sociales, las fotos del momento de la inyección se publicaban acompañadas de hashtags de orgullo por el sistema de salud nacional, como “¡Viva el SUS!” (en referencia a la sigla con la que se conoce popularmente al sistema de salud Brasileño), o con etiquetas del tipo: “Fue Pfizer”, “Me tocó AstraZeneca” o “Tuve suerte, me tocó la Janssen”.

En México, país con bajo historial de rechazo a las vacunas, el inmunizante menos preferido fue la vacuna rusa. Tanto en India como en Irán, se evidenció una preferencia por las vacunas locales contra la COVID-19. En Estados Unidos, los estadounidenses también demostraron una clara preferencia por vacunas nacionales, incluso cuando se comparaban con formulaciones de países con estándares de calidad similares, como Reino Unido y Alemania.

“Fue un fenómeno global. Por primera vez se demostró una preocupación por el país de origen de los inmunizantes. Antes de la pandemia, nadie sabía siquiera dónde se fabricaban. De hecho, no existe ningún registro ni estudio previo sobre el efecto del país de origen en el caso de los inmunizantes, un concepto ya bien documentado en el ámbito del marketing, que se refiere al impacto que tiene el país de procedencia de un producto sobre las decisiones y valoraciones de los consumidores”, afirma João Lucas Hana Frade, doctor en Administración de Organizaciones por la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FEA-RP-USP).

Frade realizó un estudio de revisión, con apoyo de FAPESP, que analizó 52 trabajos publicados sobre el tema y que abordó la cuestión de las vacunas en 48 países. “Lo curioso es que, después de la pandemia, este fenómeno ya no volvió a ser reportado. Aun así, es importante entender esas preferencias para formular políticas públicas eficaces, investigando el papel que juegan los políticos, los medios de comunicación y las personalidades influyentes en el respaldo a las vacunas”, señala.

¿Un país o un producto?

El efecto del país de origen suele observarse en productos costosos o asociados al estatus, como vinos o automóviles, por ejemplo. Las vacunas, en cambio, son bienes generalmente gratuitos, producidos para proteger a toda la sociedad, no solo a quien las recibe.

“Cuando el consumidor no tiene conocimientos técnicos suficientes para elegir un producto, opta por utilizar características del país de origen para inferir la calidad del mismo. Esto hace que un automóvil alemán resulte atractivo, no exactamente por la potencia del motor o la seguridad, sino por corresponder a los estándares de calidad y estatus asociados a los productos de ese país. Al parecer, la forma en que se comunicaron las vacunas generó inseguridades similares, lo que provocó la aparición del efecto del país de origen en las campañas de vacunación”, explica Janaina de Moura Engracia Giraldi, profesora de la FEA-RP-USP y tutora del estudio publicado en la revista Management Review Quarterly

De esta manera, las vacunas de países como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China pasaron a ser evaluadas por su procedencia, lo que alimentó preocupaciones sobre su calidad. “El fenómeno trascendió el ámbito de la salud pública, implicando también aspectos de marketing y psicología, impulsado por el activismo antivacunas”, señala la profesora.

En el estudio, los investigadores identificaron patrones similares en diferentes países, como la preferencia por vacunas nacionales (desarrolladas dentro del propio país). “El sesgo nacional apareció incluso en países que no desarrollaron vacunas en las etapas iniciales de la pandemia, como Brasil, Japón y Ghana”, indica Frade. También se observó una clara preferencia por las vacunas occidentales —especialmente aquellas desarrolladas en Alemania, Estados Unidos y Reino Unido— en detrimento de las opciones rusas o chinas. Este comportamiento se registró en distintas regiones, incluidas Europa, América Latina, Oriente Medio y Asia.

“Con la pandemia de COVID-19, el origen de los inmunizantes se volvió un factor crucial para la aceptación de las vacunas. Aunque ya existían estudios previos sobre el efecto del país de origen en medicamentos, no preveían la compleja relación entre dicho efecto y la vacilación vacunal observada en el contexto pandémico”, afirma el investigador.

A partir de los resultados, los autores defienden que el efecto del país de origen debe ser considerado en campañas de vacunación durante futuras pandemias. “Comprender el efecto del país de origen es esencial para una comunicación de salud eficaz. Además, las empresas productoras de vacunas pueden enfatizar o minimizar estratégicamente su país de origen, dependiendo de los beneficios o riesgos percibidos que este genere”, concluye Frade.

El artículo The country‑of‑origin effect on vaccination: a systematic literature review and research agenda puede ser leído en: link.springer.com/article/10.1007/s11301-025-00508-6.


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