News Release

Investigadores y ratas juegan al escondite: descubriendo el comportamiento lúdico en los animales

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Se puede enseñar a las ratas a jugar al escondite con los humanos y pueden volverse bastante hábiles en el juego, de acuerdo con un nuevo estudio que presenta un novedoso paradigma para el estudio de la neurobiología del comportamiento lúdico en animales. Las características inherentes del comportamiento lúdico en animales -libre, sujeto a reglas y sin beneficios más allá del juego- dificultan la evaluación aplicando los métodos tradicionales de la neurociencia, frecuentemente basados en un estricto control y condicionamiento. Como resultado, se sabe muy poco sobre la prevalencia o la base neural de los comportamientos lúdicos en los animales. Annika Reinhold y sus colegas enseñaron a las ratas a jugar a una versión simplificada del juego del escondite entre ratas y humanos, un juego al que juegan los humanos en todas las culturas del mundo. Tras algunas semanas, las ratas no solo fueron capaces de jugar, sino que también aprendieron a alternar entre los roles de esconderse y buscar, desempeñando cada uno de ellos con un elevado nivel de competencia. Según Reinhold et al., cuando su rol era buscar, los animales aprendieron a buscar a un humano oculto sin detenerse hasta encontrarlo. Cuando su papel era esconderse, las ratas permanecían en su sitio hasta ser descubiertas por el jugador humano. En lugar de comida, los autores premiaron el éxito en el comportamiento de ocultación y búsqueda con interacciones sociales divertidas, como hacer cosquillas, caricias o achuchones. Los resultados muestran que los animales se convirtieron en jugadores estratégicos que empleaban búsquedas sistemáticas, señales visuales e investigación de escondites anteriores de sus homólogos humanos. A la hora de esconderse, permanecían en silencio y variaban sus escondites, mostrando preferencia por escondites en cajas de cartón opaco frente a cajas transparentes. Los autores también observaron en las ratas vocalizaciones únicas para cada rol del juego y las grabaciones neuronales revelaron una intensa actividad en la corteza prefrontal que variaba al ritmo de los eventos del juego.

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