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El impacto del asteroide Chicxulub produjo un drástico calentamiento global

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Cuando el asteroide de Chicxulub se estrelló contra la Tierra hace 65 millones de años, el evento provocó una repentina y duradera era de calentamiento global, con un rápido aumento de las temperaturas de 5 ºC que duró aproximadamente 100 000 años, según informa un reciente estudio. Este monumental evento fue un raro caso en el que la perturbación de los sistemas de la Tierra se produjo a un ritmo mayor del que se está dando actualmente a causa de la actividad humana. Esta es la razón por la que ofrece una valiosa información sobre lo que puede suceder como consecuencia de cambios medioambientales repentinos y extremos. Los efectos secundarios del impacto de Chicxulub siguen siendo objeto de debate: algunos científicos sostienen que las cenizas transportadas en la atmósfera bloquearon el sol lo suficiente como para causar un enfriamiento global; otros sugieren que el carbono liberado de la corteza terrestre a la atmósfera tras el impacto del asteroide, así como el carbono de los incendios forestales, tuvo un efecto opuesto de calentamiento. A fin de conocer mejor cómo cambiaron las temperaturas durante este período, Ken MacLeod y sus colegas analizaron una consistente colección de restos bien conservados de dientes de peces, escamas y huesos del tamaño de granos de arena procedentes de un lugar en Túnez. Estas muestras retienen firmas isotópicas de oxígeno que revelan la temperatura en el momento en que el animal estaba vivo. Los autores pudieron recoger muestras de sedimentos que abarcan desde la época anterior al impacto de Chicxulub hasta mucho después de este. Basándose en su análisis, proponen que las temperaturas globales aumentaron en aproximadamente 5 °C, sin volver a enfriarse hasta los valores previos durante aproximadamente 100 000 años después del impacto, una magnitud y duración de calentamiento que se corresponde estrechamente con los niveles estimados de dióxido de carbono. MacLeod et al. advierten algunas discrepancias entre sus resultados y las concentraciones de dióxido de carbono atmosférico derivadas de otros tipos de análisis, que predicen un aumento más modesto.

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