Un nuevo ensayo de detección de tejidos para organoides cerebrales humanos identificó 25 nuevos genes candidatos para la microcefalia, casi duplicando el número de genes que actualmente se sabe que están relacionados con esta rara enfermedad neurológica. Algunos de estos genes recientemente identificados se asociaron con vías que no se habían relacionado anteriormente con la enfermedad, lo que sugiere que aún existen diferentes procesos sin explorar que controlan el crecimiento del cerebro humano. Actualmente se han identificado 27 genes implicados con la microcefalia -caracterizada por un tamaño cerebral anormal y reducido- y los datos de secuenciación genética clínica sugieren que otros 100 genes más pueden también impulsar la enfermedad. Sin embargo, estos genes no están completamente caracterizados debido al desafío de encontrar sistemas modelo apropiados para la microcefalia. Los organoides cerebrales humanos pueden recapitular la enfermedad mejor que los cultivos celulares o los modelos de ratón, pero la detección de genes de microcefalia en estructuras de tejido tridimensionales sigue suponiendo un reto. En esta ocasión, Christopher Esk y sus colegas desarrollaron un ensayo de pérdida de función del tejido cerebral humano, combinando el cribado genético CRISPR/Cas9 con una técnica de código de barras celular que rastrea los linajes celulares. El ensayo de pérdida de función identifica genes candidatos que podrían investigarse por su impacto en los organoides cerebrales después de la deleción de genes individuales. Usando la nueva tecnología "CRISPR-LICHT", los investigadores revelaron 25 genes en un organoide del prosencéfalo dorsal humano asociado con vías de conducción de la microcefalia, tanto conocidas como previamente desconocidas. Entre estas vías, los investigadores encontraron que la regulación de la secreción de proteínas de la matriz extracelular por IER3IP1, una proteína en el retículo endoplásmico, desempeñaba un papel importante en la integridad del tejido y el tamaño del cerebro. Los autores afirman que esta técnica potencialmente podría aplicarse a otros organoides, lo que permitiría realizar pruebas rápidas de genes candidatos para una serie de enfermedades humanas.
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