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Cribado nutricional: una posible herramienta para determinar el pronóstico de un ataque al corazón o una angina

La malnutrición es habitual en los pacientes con síndromes coronarios agudos con pocos ingresos

Peer-Reviewed Publication

American College of Cardiology

En un estudio publicado hoy en el Journal of the American College of Cardiology realizado en más de 5000 pacientes con síndromes coronarios agudos (ACS, por sus siglas en inglés), se determinó al menos mediante una prueba de cribado nutricional que el 71,8 % padecía malnutrición, y que el empeoramiento de este estado estaba asociado con una mayor mortalidad y eventos cardiovasculares adversos importantes (MACE), como otro ataque al corazón o un derrame cerebral.

"El análisis del estado de malnutrición puede ser una forma sencilla de determinar qué pacientes con ACS presentan un alto riesgo de sufrir resultados adversos y tiene la ventaja añadida de ser un cálculo muy simple, ya que muchas de las variables se obtienen mediante una prueba rutinaria en la sala de urgencias", explica Sergio Raposeiras-Roubín, médico, doctorado, cardiólogo clínico en el Hospital Universitario Álvaro Cunqueiro e investigador en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de España. "La malnutrición también es un factor de riesgo potencialmente modificable en estos pacientes, dado que los clínicos podrían iniciar las intervenciones nutricionales durante la hospitalización, y estas se podrían continuar después del alta en coordinación con centros y programas de rehabilitación".

En este estudio retrospectivo, los investigadores se valieron del registro del síndrome coronario agudo del Hospital Universitario de Vigo para identificar a 6023 pacientes con ACS admitidos entre enero del 2010 y septiembre del 2017. "ACS" es un término genérico que engloba las afecciones médicas que afectan al flujo coronario, incluidos los ataques al corazón --tanto el infarto agudo del miocardio sin elevación del segmento ST (NSTEMI) como el infarto agudo del miocardio con elevación del segmento ST (STEMI)-- y la angina inestable o el dolor torácico. Se excluyó a los pacientes cuyos informes de admisión o seguimiento estaban incompletos, así como a aquellos diagnosticados con leucemia o linfoma. En el estudio de cohorte definitivo se incluyó a 5062 pacientes, de los cuales el 74,5 % eran hombres, todos de raza blanca y con una edad mediana de 66,2 años. Entre los pacientes incluidos, el 10,6 % tenía angina inestable; el 49 %, NSTEMI; y el 40,4 %, STEMI.

De acuerdo con el índice de masa corporal, se clasificó a los pacientes por infrapeso, normopeso, sobrepeso u obesidad. Se evaluó a todos los pacientes para detectar signos de malnutrición mediante tres calculadoras:

  • índice de control nutricional (CONUT),
  • índice de riesgo nutricional (NRI),
  • índice pronóstico nutricional (PNI).

La malnutrición osciló entre el 8,9 % con el PNI, el 49,8 % con el CONUT y el 59,5 % con el NRI. Los porcentajes de malnutrición leve fueron del 38,5 % con el CONUT y del 20 % con el NRI (el PNI no sirve para calcular este tipo de malnutrición). La incidencia de malnutrición de moderada a severa en los pacientes fue del 11,2 % (CONUT), el 39,5 % (NRI) y el 8,9 % (PNI). Usando cualquier grado de malnutrición, se clasificó al 8,9 % como malnutridos por los tres índices, mientras que ninguno de estos clasificó como malnutridos al 28,2 % de los pacientes.

Los pacientes con malnutrición, tal y como la mide cualquiera de estos tres índices, eran mayores y generalmente mujeres, y tenían más probabilidades de padecer fibrilación auricular, anemia y fracción de eyección del ventrículo izquierdo reducida. La mayor prevalencia de malnutrición se observó en pacientes con infrapeso o normopeso de acuerdo con su índice de masa corporal. Sin embargo, una parte significativa de pacientes con sobrepeso u obesidad estaba malnutrida.

A lo largo de 3,6 años de seguimiento, el 16,4 % de los pacientes murió y el 20,7 % sufrió un MACE, lo que incluye mortalidad cardiovascular, otro ataque al corazón o un ictus. Los investigadores observaron que el empeoramiento del estado de malnutrición estaba asociado con una mayor probabilidad de percibir bajos ingresos, independientemente del índice de malnutrición utilizado. Aunque el CONUT y el PNI tuvieron un mejor rendimiento que el NRI prediciendo la mortalidad y los MACE, el CONUT tuvo más éxito que el PNI prediciendo ambas posibilidades.

"Muchos cardiólogos clínicos no son conscientes de la prevalencia de la malnutrición, lo que provoca que pase desapercibida y se quede sin tratar", afirma Raposeiras. "Nuestro estudio demuestra la importancia de verificar el estado nutricional de todos los pacientes admitidos con ACS, independientemente de su índice de masa corporal. Si lo hacemos, es posible que podamos mejorar la evaluación de riesgos en estos pacientes y las intervenciones posteriores para la prevención secundaria".

En un editorial complementario, el doctor Andrew M. Freeman del hospital National Jewish Health de Denver asevera que "es hora de que los expertos en enfermedades cardiovasculares se armen con la herramienta más rentable y eficaz de que disponen: la medicina basada en la nutrición y el estilo de vida".

Entre las limitaciones del estudio se cuentan su naturaleza retrospectiva unicéntrica y la falta de comparación del valor pronóstico de las herramientas para realizar cribados nutricionales con valoraciones nutricionales integrales más complejas, como cuestionarios o diarios de alimentación.

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