News Release

Una Clave Esquelética sobre los Primeros Habitantes de América

Esqueleto Americano Primitivo Tiene Firma Genética de los Americanos Nativos Modernos

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

image: A broad view of Hoyo Negro, shot from the floor near the south edge, showing the immensity of the chamber and the complexity of the boulder-strewn bottom. One access tunnel can be seen near the ceiling at top left. This photo was taken by the "painting with light" method on a 30 second exposure. view more 

Credit: Photo by Roberto Chavez Arce

Este comunicado está disponible en inglés.

El descubrimiento de un esqueleto humano casi completo en una cueva acuosa en México está ayudando a científicos a responder la pregunta de "¿Quiénes fueron los primeros americanos?" El hallazgo, reportado en el ejemplar de Science del 16 de mayo, arroja nueva luz sobre un debate de décadas entre arqueólogos y antropólogos.

Descifrar el linaje de los primeros pobladorws de las Américas ha sido un desafío.

Con base en la genética, se cree que los amerindios modernos descienden de los siberianos que migraron hacia Beringia oriental (la masa de tierra conectando Asia y América del Norte) hace entre 26,000 y 18,000 años. Esta gente, los primeros americanos, luego se propagaron hacia el sur.

Pese a amplio apoyo para esta idea, el linaje de los primeros americanos es aún debatido porque las características faciales de los esqueletos americanos más antiguos no se parecen mucho a aquellos de los amerindios modernos.

"Los amerindios modernos se parecen mucho a la gente de China, Corea y Japón," dijo James Chatters, autor líder del estudio, "pero los esqueletos de los americanos más antiguos no." Ellos tienen cráneos más largos, angostos que los de los amerindios posteriores, y caras más pequeñas y cortas, también – pareciéndose más a la gente moderna de África, Australia, y la Cuenca del Pacífico Sur. "Esto ha resultado en especulación de que quizá los primeros americanos y los amerindios provinieron de diferentes lugares de origen," Chatters continuó, "o emigraron de Asia en diferentes etapas en su evolución."

Complicando el rompecabezas, ha sido muy difícil encontrar esqueletos paleoamericanos intactos para estudio.

"Los esqueletos paleoamericanos son raros por diversas razones," explicó Chatters. "La gente misma era escasa; eran altamente nómadas y parecen haber enterrado o incinerado a sus muertos en donde cayeron, volviendo las ubicaciones de tumbas impredecibles; también, los procesos geológicos han destruido o enterrado más profundamente sus tumbas."

Mientras tanto, esos restos esqueléticos que han sido desenterrados, a menudo son solo fragmentos, y la mayoría se estima son más jóvenes de 10,000 años de edad. (Los primeros americanos llegaron al continente mucho antes que ese momento).

Ahora, sin embargo, Chatters y colegas reportan el descubrimiento de un esqueleto humano del Pleistoceno Tardío casi completo. Estaba escondido en la profundidad de una cámara sumergida en el sistema de cuevas de Sac Actum en la Península de Yucatán al este de México.

"Hoyo Negro es un vacío lleno de agua, en forma de campana, de 100 pies de profundidad, más o menos del tamaño de una arena de basquetbol en las profundidades de un sistema de cuevas bajo el agua," dijo Chatters. "Solo buzos técnicos de cuevas pueden llegar al fondo. Primero deben descender una escalera de 30 pies en un respiradero cercano; luego deben nadar a lo largo de 200 pies de túnel a la orilla de la poza antes de bajar la caída final de 100 pies. Los buzos son los astronautas de este proyecto; nosotros, los científicos, somos el control de la misión."

Como las cuevas cercanas, Hoyo Negro era accesible solamente vía respiradero; gente y animales cayeron y fueron atrapados. Luego, empezando hace unos 10,000 años, los glaciares cercanos se derritieron, llenando las cuevas con agua. Además del esqueleto humano casi completo, los investigadores descubrieron ocho esqueletos humanos parciales en las profundidades acuíferas y los restos de 26 mamíferos grandes, incluyendo taxones extintos como dientes de sabre y gonfotéridos.

El esqueleto casi intacto era de una mujer humana pequeña de alrededor de 15 o 16 años de edad. Con base en datación con radiocarbono de esmalte dental y análisis de depósitos minerales en sus huesos, los investigadores infirieron que sus restos tenían al menos 12,000 años de edad.

Ella posee la morfología craniofacial única de los primeros americanos, pero para entender más de su linaje y su vínculo potencial a los americanos nativos modernos, los investigadores extrajeron ADN de uno de sus molares. "Tratamos una extracción de ADN en caso de que algunos fragmentos subsistieran," dijo Chatters. "Me quedé impactado cuando de hecho obtuvimos ADN intacto."

El y colegas analizaron el ADN mitocondrial (mtADN) de la niña, una herramienta útil para examinar la interrelación entre poblaciones. Su análisis reveló un haplotipo común al sub-haplogrupo D1 de los amerindios modernos. Esta firma genética ocurre sólo en las Américas, probablemente habiéndose desarrollado en Beringia después de que las poblaciones ahí se separaron de otros asiáticos.

La muestra demuestra que los individuos de la era del Pleistoceno con mtADN derivado de los Beringianos viajaron a lo largo y ancho de las Américas, hasta México, por ejemplo.

Críticamente, muestra que pese a las diferencias en la forma cráneo-facial, esta mujer primitiva americana estaba relacionada a los amerindios modernos; las diferencias en la forma cráneo-facial son probablemente mejor explicadas como cambios evolutivos que ocurrieron después de la divergencia de los Beringianos de sus ancestros siberianos, dicen los autores.

Su trabajo sugiere que América no fue colonizada por eventos de migración por separado de diferentes partes de Eurasia, o múltiples eventos de colonización a partir de Beringia. En cambio, los primeros americanos representan una expansión de la población de Beringia. Esto se alinea con la hipótesis de que ambos paleoamericanos y nativos americanos se derivan de una sola fuente de población.

Chatters y colegas estaban encantados con su hallazgo: "Este proyecto es emocionante en tantos frentes: la hermosa cueva, los esqueletos animales increíblemente bien conservados, el esqueleto humano tan completo, el éxito de nuestra innovadora propuesta de datación. Pero para mí," dijo él, "lo que es más emocionante es que finalmente tenemos una respuesta, después de 20 años, a una pregunta que me ha plagado desde mi primer vistazo al Hombre de Kennewick: '¿Quiénes fueron los primeros americanos?'"

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