News Release

Un gigantesco análisis revela las formas de hacer que los alimentos vuelvan a ser amigables con el medioambiente

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Un novedoso y posiblemente único metaanálisis de los ciclos globales de producción de alimentos y su impacto en el medioambiente en todo el mundo podría funcionar como valioso recurso para legisladores, productores de alimentos y consumidores por igual, dado que ayuda a revelar formas, respaldadas por datos concretos, de reducir el impacto de los alimentos en el medioambiente. Más de 570 millones de granjas producen cultivos en casi todos los climas y tipos de suelo del mundo, lo cual provoca la degradación de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos hídricos y un agravamiento del cambio climático. Encontrar tácticas para mitigar estos efectos negativos que sean efectivas para todos los productores supone un desafío; basta con entrar en una tienda de alimentos para reconocer la gran diversidad de productos que existen, detrás de los cuales hay una plétora de productores y métodos de producción. Joseph Poore y Thomas Nemecek analizaron 570 estudios de lo que se conoce como «análisis del ciclo de vida» (que rastrea el impacto medioambiental asociado con todas las etapas de la existencia de un producto) que representan más de 38 000 granjas y 1600 procesadores de alimentos, tipos de envasado y vendedores minoristas en 123 países. Los investigadores cuantificaron un número sin precedentes de impactos medioambientales --emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), uso del suelo, uso del agua, acidificación del océano y eutrofización-- de 40 productos alimenticios diferentes. Así, descubrieron que los impactos ambientales varían sustancialmente entre productos y productores diferentes, y que algunos productos manipulados desproporcionadamente tienen un mayor impacto que otros. Es importante recalcar que el conjunto de datos utilizado también reveló posibles contratiempos de las medidas para reducir el impacto medioambiental (por ejemplo, en el caso de las granjas de cebada de Europa del Norte, cuyos niveles de emisión ya son bajos, reducir el uso del suelo podría, al contrario de lo que se pensaría, aumentar las emisiones de GEI por kilogramo de granos). Explorando estas contrariedades, los investigadores identificaron estrategias viables para mitigarlas, y recomiendan lo siguiente: que los productores controlen su impacto, elijan las prácticas que mejor encajen con el lugar e informen sobre su impacto a los eslabones que se encuentran por encima de ellos en la cadena de suministro; que los legisladores incentiven a los productores para que estos establezcan objetivos medioambientales, y que los consumidores elijan su dieta estando informados.

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