Según un estudio exhaustivo en el que participaron 45 pacientes, hombres y mujeres con COVID persistente muestran diferencias únicas en sus células inmunitarias, patrones de expresión de proteínas y otras señales. Este estudio es uno de los más completos hasta la fecha sobre las diferencias de sexo en el COVID persistente y ha identificado algunas firmas inmunológicas que se correlacionan con esta misteriosa condición. También sugiere que las futuras terapias para COVID persistente deberían adaptarse al sexo y al sistema inmunológico de cada paciente. El COVID persistente es un trastorno que presenta una elevada diversidad y todavía resulta enigmático, con síntomas reportados por los pacientes que abarcan desde fatiga crónica hasta "niebla mental" y pérdida del olfato y el gusto. Al estudiar el COVID-19, los científicos han apreciado diferencias evidentes entre hombres y mujeres, tanto en los resultados agudos como en el COVID persistente. Por ejemplo, los hombres tienden a presentar mayores tasas de enfermedad grave durante la infección aguda, mientras que las mujeres muestran un mayor riesgo de desarrollar COVID persistente. Buscando respuestas, Rebecca Hamlin y sus colaboradores plantearon la hipótesis de que las diferencias en las células inmunitarias entre los sexos podrían explicar estas trayectorias. Los investigadores realizaron análisis de proteínas y transcripción en muestras de sangre recolectadas durante un año de 45 personas que se infectaron con COVID-19 en 2020, de las cuales 36 desarrollaron COVID persistente. A diferencia de estudios previos, este esfuerzo también aprovechó la secuenciación de ARN de célula única para observar cómo diferentes tipos de células se comunicaban entre sí. En general, los científicos descubrieron múltiples diferencias en la inmunidad tanto innata como adaptativa entre quienes se recuperaron y quienes desarrollaron COVID persistente, junto con algunas diferencias entre los sexos. Tanto hombres como mujeres que desarrollaron COVID persistente mostraron cambios en la activación de monocitos, pero una mayor actividad de señalización de TGF-β durante la infección aguda resultó característica exclusiva de los hombres que desarrollaron COVID persistente. De hecho, una menor expresión del gen que codifica TGF-β se asoció con el desarrollo de COVID persistente en mujeres. Otra alteración específica en mujeres se observó en el gen XIST, asociado con la autoinmunidad, que se incrementó durante la infección aguda en mujeres que eventualmente desarrollaron COVID persistente. “Los tratamientos que afectan a diferentes vías inmunológicas pueden funcionar mejor en hombres o en mujeres, por lo que puede ser importante diseñar ensayos clínicos de tratamientos potenciales para el COVID persistente teniendo esto en cuenta”, señalan los autores en una transcripción de preguntas y respuestas relacionada.