Las dietas bajas en calorías que imitan los efectos del ayuno muestran signos de revertir el daño renal y potencialmente podrían ayudar en el tratamiento de enfermedades renales, según un nuevo estudio con ratas y un ensayo piloto con pacientes de enfermedad renal crónica. La dieta personalizada resultó segura en humanos y tuvo efectos beneficiosos en los marcadores de salud renal que duraron hasta un año. En conjunto, los resultados se suman a un creciente cuerpo de evidencia que indica que las dietas que imitan el ayuno pueden favorecer la regeneración de órganos y revertir algunas condiciones crónicas. La enfermedad renal crónica sigue siendo un importante desafío de salud a nivel mundial y no existen medicamentos que puedan revertir este trastorno. Parte del problema radica en que la enfermedad daña células renales valiosas llamadas podocitos y actualmente no existe un método para regenerar estas células en pacientes. Algunos científicos ven una esperanza en enfoques dietéticos, como las dietas cetogénicas o bajas en proteínas. Otro enfoque implica las dietas que imitan el ayuno, basadas en alimentos saciantes y bajos en calorías, que han demostrado propiedades antiinflamatorias y curativas. En este contexto, Valentina Villani y sus colaboradores desarrollaron y probaron una versión baja en sal de una dieta que imita el ayuno, diseñada específicamente para combatir los efectos del daño renal. Al administrarse a ratas con daño renal, la dieta redujo los niveles excesivos de proteína en la orina (proteinuria) e indujo vías regenerativas en los podocitos y otras células renales. En un estudio piloto, 13 pacientes con enfermedad renal crónica siguieron ciclos de cinco días de la dieta durante tres meses. Los pacientes mostraron una mejora en la proteinuria, mejor funcionamiento del endotelio renal y menor inflamación, cambios que persistieron hasta un año después de haber dejado la dieta. “Estos alentadores resultados preliminares respaldan la viabilidad de las [dietas que imitan el ayuno] y la necesidad de realizar estudios clínicos aleatorizados a gran escala para comprobar si los efectos regenerativos y de reversión de la enfermedad observados en ratas también pueden observarse en humanos”, concluyen Villani y sus colaboradores.