Según una nueva investigación, los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y los portadores de genes de riesgo presentan alteraciones notables en sus patrones de sueño, como la ausencia de sueño no REM. Los experimentos también identificaron dos terapias basadas en hormonas que podrían revertir estas alteraciones en modelos murinos, señalando nuevas dianas terapéuticas para esta devastadora enfermedad neurológica. Los pacientes con enfermedades neurodegenerativas suelen tener un sueño deficiente o experimentar alteraciones del sueño, como sucede en la enfermedad de Alzheimer o la de Parkinson. Sin embargo, pocos estudios han analizado los cambios en el sueño en ELA, otro trastorno neurodegenerativo sin cura. Algunas teorías sugieren que la neurodegeneración puede dañar los circuitos que regulan el sueño en el cerebro, mientras que otras sostienen que las alteraciones del sueño surgen de síntomas relacionados con el movimiento que son frecuentes en estos pacientes. En este estudio, Simon Guillot y sus colaboradores emplearon técnicas de estudio del sueño para analizar los patrones de sueño en pacientes con ELA y portadores no sintomáticos de mutaciones asociadas a la enfermedad en los genes C9ORF72 y SOD1. Ambos grupos tendían a estar más despiertos por la noche y presentaban menos sueño no REM, lo que se correlacionaba con un peor rendimiento cognitivo durante el seguimiento clínico. Guillot y su equipo observaron alteraciones similares en tres modelos murinos distintos de ELA. No obstante, estos síntomas podían revertirse con el fármaco suvorexant, aprobado por la FDA, que suprime un péptido denominado orexina, el cual regula la vigilia. La administración de la hormona concentradora de melanina (MCH) produjo un efecto terapéutico similar en los ratones, y ralentizó la pérdida de neuronas motoras en la región lumbar de la médula espinal. Los investigadores hacen un llamamiento para realizar más estudios preclínicos y clínicos a fin de examinar cómo afectan las alteraciones del sueño a la progresión de los problemas cognitivos, la pérdida de peso y los síntomas motores en pacientes con ELA.