Los científicos han delineado por qué las vacunas autorizadas contra el meningococo del grupo B pueden proporcionar una protección parcial contra la bacteria gonococo no relacionada, causante de la gonorrea. Su trabajo ayuda a responder a una pregunta de larga data en el campo de la investigación en vacunas bacterianas y podría informar sobre futuros trabajos en vacunas y terapias para las infecciones por gonorrea. El gonococo, o Neisseria gonorrhoeae, ha sido una amenaza para la salud pública durante siglos. A pesar de décadas de investigación, la gonorrea sigue siendo la segunda enfermedad de transmisión sexual más común en todo el mundo y causa más de 80 millones de casos cada año. La gonorrea puede provocar complicaciones debilitantes como infertilidad y embarazos ectópicos, y el gonococo se ha vuelto muy resistente a los antibióticos estándar como las sulfamidas y las penicilinas. Por otra parte, la búsqueda durante décadas de vacunas contra el gonococo ha resultado infructuosa y hoy en día no existen vacunas aprobadas. Sin embargo, estudios recientes han sugerido que las vacunas autorizadas contra el meningococo del grupo B –una bacteria no relacionada que causa una meningitis potencialmente mortal– pueden proteger parcialmente a los vacunados contra las infecciones por gonococo. Para entender por qué, Marco Troisi y sus colegas examinaron las células B de memoria aisladas de tres voluntarios que recibieron la vacuna 4CMenB aprobada. Los investigadores clasificaron células individuales e identificaron 17 anticuerpos que mataban al gonococo en cultivo. Nueve de estos anticuerpos reconocían y tenían como diana la proteína gonocócica PorB, cuatro reconocían uno de los componentes de la membrana de la bacteria y los cuatro últimos tenían dianas desconocidas. El equipo también descubrió que uno de los anticuerpos anti-PorB protegía a los ratones de la infección por gonococo, lo que insinúa que podría explorarse como posible terapia. Este nuevo trabajo "proporciona una explicación mecanicista de la protección cruzada observada en la clínica y demuestra que el aislamiento de anticuerpos monoclonales humanos de los vacunados puede ser decisivo para el descubrimiento de antígenos bacterianos", escriben Troisi y sus colaboradores.